Ante una realidad económica compleja, competitiva y en constante transformación los temores de un emprendedor se multiplican junto a pensamientos negativos que proyectan un futuro con pérdidas económicas y fracasos.

Todo escenario económico en donde se emprende una actividad comercial es un ámbito plagado de requisitos jurídicos, leyes regulatorias, prohibiciones, impuestos, competencia feroz, conflictividad laboral, inestabilidad de precios, adversidades e imprevistos. Este combo de problemas y riesgos suele ser la causa determinante para que muchos emprendedores fracasen en el intento de lograr un objetivo o no se atrevan a continuar con sus proyectos.

Ante una realidad económica compleja, estresante y agobiante los temores de un emprendedor se multiplican junto a pensamientos negativos que proyectan un futuro con pérdidas económicas y fracasos. Son conscientes que el mercado será implacable si se equivocan en sus planes, cometen errores, no generan innovaciones o son incapaces de superar las contingencias que se presentan. Ante esas perspectivas las motivaciones, sueños y expectativas de éxito comienzan a oscurecerse y debilitarse ante un miedo que empieza a dominar la mente. El otrora entusiasta emprendedor comienza sentir que los obstáculos y exigencias que deberá enfrentar son más grandes que las herramientas y las energías que dispone para alcanzar la meta deseada. 

Cuando el balance entre los problemas y las soluciones queda desnivelado a favor de los problemas generalmente la mente es invadida por pensamientos sombríos que generan serias dudas sobre la posibilidad de tener éxito. La desconfianza sobre la viabilidad del negocio aumenta junto al miedo a fracasar. La mente envía señales negativas que pronostican pérdidas económicas y problemas insolubles. Ante ese pronóstico, muchos emprendedores abandonan sus proyectos quedando atrás los sueños y el entusiasmo que tenían al comenzar. A partir de ese momento se dedican justificar porque no prosiguieron con el emprendimiento tratando de ocultar la verdadera razón: tenían miedo a fracasar y afrontar las consecuencias. 

Tener miedo al fracaso es algo habitual entre los emprendedores porque nada ni nadie puede garantizar el éxito de un proyecto de negocio.

El temor a fracasar siempre está latente y que suele incrementarse o disminuir en proporción directa a las experiencias pasadas. Si el emprendedor tuvo una trayectoria de aciertos su temor a fracasar suele ser pequeño porque se siente seguro que podrá superar las adversidades como lo hizo en el pasado. En cambio el miedo a fracasar se potencia en aquellos que han tenido experiencias negativas que no fueron posibles superar. En esos casos la memoria emocional queda muy sensibilizada con lo cual la más mínima señal de riesgo económico los atemoriza y paraliza. 

La buena noticia es que la reacción natural de tener miedo al fracaso puede ser controlada, superada y hasta erradicada. Aun cuando se hayan tenido experiencias económicas y emocionales traumáticas, el miedo a fracasar puede erradicarse en la medida que se tome conciencia que el fracaso no es una desgracia de la cual no se puede salir ni superar. Un emprendedor curtido por la experiencia sabe que fracasar una, dos, tres o diez veces no implica que se fracasara por siempre. Todo emprendedor debe saber que al destino planificado no siempre se llega a través de un sendero directo y sin dificultades. Todo lo contrario, ese camino suele estar plagado de errores, obstáculos y tropiezos lo que lo obliga a tomar diagonales o zigzaguear. Por ese motivo, es importante que el emprendedor sea flexible por si es necesario cambiar sus planes. Si no tiene capacidad para modificar sus planes originales o lo asusta los imprevistos no podrá gestionar ningún proyecto con seguridad ni podrá levantarse ante un tropiezo.

Hay que tener presente que la mayoría de los empresarios que lograron objetivos exitosos –en algún momento– tuvieron miedo a fracasar y a perder el patrimonio que tenían. La diferencia entre esos empresarios exitosos con respecto a aquellos que se acobardan por miedo a fracasar es que pudieron superar mental y emocionalmente los temores. Se nutrieron de conocimientos para disminuir los riesgos, eligieron las herramientas adecuadas para llevar a la práctica sus ideas y se rodearon de colaboradores idóneos que los ayudaron a encontrar soluciones para superar las adversidades. No se acobardaron ante los errores, los riesgos y las contingencias sino que se dedicaron a buscar soluciones ante cada problema. En lugar de llenar su mente con pronósticos agoreros, desarrollaron pensamientos positivos para no dejarse arrastrar por temores paralizantes. 

Un emprendedor debe mantener siempre en alto su espíritu luchador y estar predispuesto a buscar herramientas que lo conduzcan hacia la meta buscada. 

Un emprendedor no debe sentir que es un perdedor por haber tenido una experiencia negativa ni debe quedar preso del miedo por no haber concretado un objetivo. La mayoría de los fracasos pueden enmendarse, superarse e incluso en muchos casos suelen ser el punto de partida para lograr mejores resultados a partir de la experiencia acumulada. Por lo tanto, debe hacer todo lo posible para apuntalar la confianza en sí mismo, evitando sabotearse por escuchar a sus miedos. 

Sentir miedo a fracasar siempre está presente en aquellos que tienen un proyecto y están dispuestos a llevarlo adelante. Sin embargo, ese miedo puede erradicarse. Para tal fin es necesario trabajar internamente para fortalecer la autoestima y apuntalar la confianza en uno mismo. Es necesario recostarse sobre las fortalezas, nutrirse de conocimientos apropiados, estimular la pasión con ideas creativas, apelar a herramientas que permitan alcanzar la meta deseada, rodearse de colaboradores eficientes o acudir a ayuda profesional cuando se tienen dudas como superar el miedo. Lo único que debe evitar un emprendedor es quedarse atrapado en su propio temor al fracaso cancelando su futuro y sus sueños.