Ernesto Sandler
EMPRENDER Agosto 2025

La aprobación social


Si bien el prestigio de un emprendedor depende en buena medida de su conducta personal y profesional será el entorno social el que finalmente lo ayudará a consolidar su reputación o lo descalificará con sus juicios valorativos.

La reputación de un emprendedor es resultado de la mirada que tienen los demás sobre sus conductas o creencias. Si bien cada persona es el principal artífice de su biografía, es el entorno social el que finalmente forja su reputación a partir de una valoración positiva o negativa sobre sus comportamientos. De allí la importancia que implica no sólo tener una conducta proba sino que es esencial que los demás la perciban y la valoren de igual forma. Si el entorno tiene una impresión negativa hacia la conducta profesional o personal no podrá construir una reputación positiva que genere admiración y respeto. Esta dependencia a la mirada de los otros queda reflejada en la expresión popular que sostiene que “no sólo es necesario ser sino también parecer”.
Cabe apuntar que si bien la mirada social es la que finalmente forja positivamente o destruye negativamente la reputación, esa valoración generalmente se sustenta en las conductas personales y profesionales de cada persona. En el caso de un emprendedor su valoración social positiva dependerá de su educación, conducta ética, creatividad, responsabilidad social y éxitos obtenidos. Por el contrario, la valoración de su entorno será negativa cuando tenga una trayectoria caracterizada de conductas explotadoras, evasión de impuestos, daños al medio ambiente o realización de productos de baja calidad.
Para un emprendedor tener antecedentes profesionales que despiertan admiración y sean valorados favorablemente por la sociedad es una carta de presentación para realizar negocios, ser invitado a formar parte de grupos de poder, obtener créditos o ser premiado por la comunidad. Tener una reputación positiva permite que sus proyectos sean escuchados, los proveedores ofrezcan sus productos, los bancos lo financien y la gente quiera trabajar en su empresa. El prestigio permite que su imagen tenga un brillo que genera admiración colectiva y facilita concretar metas que no logran los empresarios desprestigiados o que no han trascendido socialmente.
Mientras el prestigio abre puertas el desprestigio las cierra. La mala reputación lleva inexorablemente a una descalificación ética, económica, política o social que impide alcanzar objetivos que logran los que tienen una reputación positiva. El desprestigio desacredita haciendo que la gente no quiera realizar negocios o vincularse con esa clase de emprendedores. La mala reputación es como un virus infeccioso que hace que todos se alejen de quien está infectado.
La buena reputación es una herramienta muy valiosa no solo para lograr muchos objetivos sino que permite defenderse de los ataques y críticas. El prestigio positivo actúa como un escudo protector ante las denostaciones mal intencionadas que pudieran realizar algunos sectores de la competencia o personas envidiosas. Tener una buena reputación permite protegerse de los inescrupulosos, rencorosos o de aquellos intereses que quieren dañar a un empresario para lograr beneficios o sacarlo del mercado. El prestigio es un escudo para preservarse de las injurias o falsedades que circulan por las redes sociales con diferentes propósitos. Tener una acreditada reputación, también, influye para que los mal intencionados no se atrevan a cuestionar públicamente al empresario prestigioso por temor a ser rechazados por la sociedad. Son muy pocos los críticos que están dispuestos a enfrentarse públicamente a un reconocido emprendedor sosteniendo falsas acusaciones. La descalificación infundada hacia quienes han cosechado una positiva valoración social suele ser rechazada generando un repudio hacia quien la realiza.
La reputación positiva no es fácil de lograr en un mundo altamente competitivo y lleno de intereses que quieren crecer destruyendo a la competencia o a los que se destacan. Tampoco es fácil mantenerla. La reputación lograda con esfuerzo y dedicación no es vitalicia, sino que por diversas razones se puede perder, ensuciar o mancillar. En una época de alta exposición social como la que se vive en la actualidad ningún emprendedor puede sentir que su prestigio está libre de ser ensuciado ni pensar que si llegó a la cima tiene asegurada su reputación. Son muchos los intereses que suelen estar en pugna y muy amplio el anonimato existente en las redes sociales para estar tranquilo de que nadie tendrá éxito en corroer el prestigio logrado en el pasado. Por lo tanto, un emprendedor necesita estar muy atento para no cometer errores que puedan dañar su prestigio. Sobre todo debe estar atento para protegerse de los ataques de los envidiosos, los escraches, los fake news, las críticas infundadas o las injurias que explotan en los medios de comunicación y redes sociales. Su reputación es muy valiosa como para dejarla pisotear o destruir por grupos mal intencionados y envidiosos. 

LA MUJER Y LA MIRADA SOCIAL

En el caso de las mujeres emprendedoras la construcción y mantenimiento de una reputación positiva es mucho más difícil de alcanzar. Por un lado, la fuerte presencia masculina en el ámbito de los negocios determina que habitualmente por prejuicios machistas se invaliden las capacidades de las mujeres para gestionar, se minimicen sus logros o se les exijan mayores méritos que los solicitados a los hombres. La vara que los hombres utilizan para medir el prestigio profesional de una emprendedora siempre tiene un plus mayor de exigencias que la utilizada para juzgar a los empresarios. A las mujeres no solo se les exige mayores niveles de profesionalismo o rendimiento económico sino que también se les exigen conductas personales que no se tienen en cuenta al analizar las conductas masculinas. Mientras que a los hombres generalmente se los valora positivamente por sus éxitos empresariales a las mujeres se las suele juzgar a partir de otras variables como su imagen estética, vida privada o modo social de comportarse.
Juzgar a las mujeres emprendedoras de acuerdo a su imagen, vida privada e intimidad es una actitud sexista y machista que debe ser erradicada no sólo porque denotan una actitud vetusta sino porque son absolutamente inaceptables para un mundo que debe basarse en la libertad, la igualdad y la paridad de género en cuanto a obligaciones y derechos. Al juzgar a las mujeres de acuerdo a la pareja que tienen, por su relación con los hijos, por la vestimenta o por beber una copa en una reunión social se está dando un mensaje negativo e improcedente contrario a la construcción de una mejor convivencia. La sociedad en su conjunto no puede permitir que machistas y discriminadores ensucien la reputación de una emprendedora emitiendo valoraciones subjetivas que solo intentan desacreditarla por el hecho de ser mujer.

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