Ningún emprendedor puede aspirar a tener todas las capacidades, ideas y conocimientos para encarar con absoluta perfección todos los objetivos que demanda una actividad empresarial.
La opinión crítica de los otros, los mandatos culturales, la búsqueda de nuevos objetivos o los deseos de éxito suelen ejercer una fuerte presión para lograr un grado de perfección personal que es difícil de concretar.
En muchos emprendedores no alcanzar determinados niveles de excelencia –a pesar del esfuerzo y dedicación– genera frustración, impotencia, insatisfacción, inseguridad, temor a ser un fracasado y a llenarse de culpas. La autoexigencia y no lograr la perfección deseada afecta el estado de ánimo del emprendedor, erosiona su calidad de vida, daña la salud mental y cancela la voluntad de emprender porque se siente inseguro al valorar que es incapaz o tiene limitaciones para obtener determinados resultados.
Un emprendedor debe evitar ser víctima de la presión interna y externa que le exige un grado de capacidad, perfección y conocimientos por encima de los estándares que puede alcanzar. Tiene que aceptar que nadie es perfecto porque no somos dioses. Somos seres humanos con imperfecciones y limitaciones.
Todas las personas carecen de algunas capacidades, no tienen una experiencia plena, cometen errores y tampoco tienen un conocimiento absoluto de todo el universo social. Por lo tanto buscar la perfección absoluta en todas las actividades que se emprenden es una exigencia dañina porque es imposible de lograr. Pretender tener los talentos, conocimientos, ideas creativas y sabiduría para concretar todos los objetivos libre de errores es tan difícil como pretender tomar siempre decisiones certeras que generen resultados positivos. Nadie tiene la sumatoria de las capacidades y herramientas que se requieren para encarar con absoluta perfección todos las metas que demanda una actividad empresarial. Todos los emprendedores tienen limitaciones para lograr concretar determinados proyectos o plasmar todas sus ideas.
Un emprendedor debe ser consciente que –como todo ser humano– tiene limitaciones, comete errores, no es infalible, carece de ciertos conocimientos y algunos objetivos no los puede concretar porque debe enfrentar variables desconocidas, imprevistas o cambiantes. El universo económico y social es muy extenso y complejo para que pueda ser dominado y conocido en su totalidad. Un emprendedor solo puede aspirar a conocer y desenvolverse con cierta seguridad en una parcialidad de ese universo sin que esto tampoco garantice que no cometa errores o deba enfrentar contingencias que lo conducen al fracaso. Aunque se esfuerce debe saber que nadie es capaz de lograr todos sus sueños, tener multiplicidad de talentos, alcanzar todos sus metas y no equivocarse en la búsqueda de un objetivo. Todos tenemos carencias y cometemos errores porque no somos perfectos salvo en nuestra imaginación.
Errar es humano, dice el dicho popular, por lo que nadie debe auto flagelarse ante las equivocaciones o falta de capacidad para concretar un proyecto.
Un emprendedor no debe obsesionarse por tratar de ser perfecto ni flagelarse cuando las cosas no le salen como hubiera deseado. En lugar de descalificarse o abandonar sus sueños debe tratar de superarse para mejorar sus capacidades, superar sus carencias y tomar las mejores decisiones. Si se castiga ante cada error o se cuestiona por no tener una capacidad plena para conseguir un objetivo destruirá su autoestima y confianza lo que lo llenará de inseguridades que le impedirán lograr todo objetivo que se proponga. Al proceder de esa manera llegará a un punto de sentir que no es bueno para nada. En ese punto de quiebre habrá perdido sus estímulos de superación, la pasión y la voluntad de proyectar un futuro. Al auto descalificarse llenará su mente de temores, incertidumbre y dudas que lo bloquearán y acobardarán cancelando la posibilidad de vivir con plenitud.
No hay que angustiarse ni castigarse porque se tienen carencias o limitaciones. Lo importante es tener la voluntad de superarlas y aprender a ser mejor, sabiendo que la perfección y el conocimiento pleno nunca se alcanza porque la movilidad permanente de la sociedad establece nuevos parámetros, valores, conocimientos, estándares y objetivos que obligan a estar aprendiendo cosas nuevas todos los días. Por lo tanto, en lugar de sabotearse, descreer de uno mismo, sentir temor a ser incapaz de lograr una meta, es mejor elegir el camino de la capacitación, el aprendizaje, rodearse de colaboradores idóneos y acceder a herramientas que permitan superar las carencias.
Si todos las personas fueran perfectas y lograran lo que se proponen no serían humanos sino que formarían parte del selecto grupo de los Dioses del Olimpo.
Un emprendedor no debe bajar los brazos o darse por derrotado cuando comete errores, se equivoca o no alcanza el objetivo buscado . Si los emprendedores no tuvieran errores, no fracasaran, no tuvieran temores y fueran capaces de hacer todo lo que se proponen el mundo estaría lleno de empresarios millonarios y felices. Si eso no ocurre es porque llegar a ese destino no es sencillo ni fácil. Para alcanzar un resultado positivo se requiere una conjunción de factores internos y externos que no siempre se dan cuando se quiere. Somos imperfectos y tenemos limitaciones con las cuales lidiamos y debemos superar en la medida de las posibilidades de cada uno. La buena noticia es que todos pueden aspirar a lograr sus sueños y a ser millonario. Nadie está excluido ni impedido de alcanzar metas relevantes. Todos tienen la posibilidad de alcanzar el éxito si se esfuerzan, capacitan, tienen ideas y aprenden de sus errores para no volver a repetirlos.
Un emprendedor no puede estar obsesionado en hacer todo de manera perfecta. Fijarse ese objetivo le impedirá disfrutar de sus logros, reponerse de los fracasos y comprender que los errores forman parte de la vida de un emprendedor. Buscar la perfección si bien puede ser un estímulo para capacitarse y mejorar sus capacidades también suele ser un camino que lo lleve a castigarse, estar inseguro, tener miedo y quedarse inmovilizado por dudar de sus capacidades para lograr el máximo nivel de excelencia.
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