Un emprendedor debe aprender a superar sus miedos porque los pensamientos negativos inhiben su capacidad hacedora e innovadora para instalar en su lugar una personalidad anodina, cobarde, mediocre e insegura.
Emprender una actividad económica y lograr las metas proyectadas es apasionante, maravilloso, alentador y reconfortante. Es un camino que genera grandes satisfacciones emocionales porque permite desplegar la creatividad, el ingenio, la innovación, ser disruptivo, generar éxitos y lograr el reconocimiento del entorno. Emprender también genera recompensas materiales porque permite aumentar los ingresos, acrecentar el patrimonio, construir una empresa y beneficiar a toda la sociedad con productos innovadores. Sin embargo, no todo emprendimiento conduce al éxito, la fama, la obtención de ganancias y a la felicidad. Por diferentes razones, la gran mayoría de los emprendedores no alcanzan los objetivos deseados por más que se hayan esforzado y puesto toda su inteligencia al servicio de un proyecto.
Muchos emprendimientos terminan en el fracaso, dejando un tendal de quebrantos económicos que dañan el patrimonio del emprendedor y lo llenan de miedo, inseguridad y desconfianza que destruyen su voluntad hacedora.
Las adversidades que debe enfrentar un emprendedor en el camino hacia una meta generan dudas. En algún momento de la gestión todo emprendedor tiene miedo a errar en los pronósticos; a carecer de ideas originales; no tener capacidad para gestionar; a la crítica social; a ser traicionado por los colaboradores; a perder los ahorros; a quebrar la empresa; a tener problemas legales o ser calificado como un perdedor por no lograr ningún éxito.
Es cierto que no todos los miedos son semejantes. En algunos casos los miedos se superan con cierta facilidad y en otros casos se pueden transformar en un serio obstáculo para emprender una actividad porque paralizan, estimulan pensamientos agoreros, destruyen el entusiasmo y anulan la voluntad hacedora que debe tener un emprendedor. En estos casos el miedo es letal porque invade el cuerpo y el alma transformándose en una sensación agobiante que lleva a la inacción, a padecer ataques de pánico o sufrir una angustia que acobarda y paraliza.
Aunque en el ámbito empresarial y en la literatura económica se remarque que los emprendedores se caracterizan por su osadía, coraje, ideas creativas, talento para los negocios, liderazgo y valentía para lograr metas que otros no se atreven no se puede desconocer que muchas veces el miedo los invade y les impide llegar a una meta.
Los miedos siempre acompañan el accionar de un emprendedor porque forman parte de la naturaleza humana. Nadie está exento de tener algún tipo temor ante ciertos riesgos o ante un futuro desconocido. Lo negativo es cuando ese miedo no puede controlarse y termina dominando la mente, el corazón, las energías y la voluntad del emprendedor. Al llegar a ese punto, el miedo se convierte en un poderoso enemigo que acobarda, genera inseguridad, destruye la autoestima y cancela la voluntad hacedora.
Un emprendedor no puede permitir que el miedo se apodere de su mente. No puede permitir que lo paralice llevándolo a la inacción. Si pretende ser un hacedor, realizar innovaciones, ser disruptivo y competir en un mercado plagado de incertidumbre debe controlar y superar sus temores. Si no lo hace, el miedo lo condicionará llevándolo a realizar una gestión rutinaria, mediocre y conservadora o hará que abandone definitivamente sus proyectos.
Todo emprendedor debe aprender a superar sus miedos porque esas sensaciones inhiben la personalidad hacedora y en su lugar instala una personalidad anodina, cobarde, mediocre e insegura.
El miedo cancela el impulso creativo e innovador condicionando al emprendedor a tener conductas conservadoras para evitar todo tipo de riesgo.
El miedo es muy dañino por lo que debe ser erradicado de forma inmediata para que no crezca y se expanda en la mente. Si no se controla, es una fuente inagotable de pensamientos agoreros con múltiples efectos nocivos como el auto sabotaje, la perdida de audacia, la cancelación de la autoestima y la expulsión de iniciativas que impliquen cambiar el status quo de la gestión.
El miedo debe diferenciarse de la mesura que algunos emprendedores asumen ante escenarios económicos complejos, inestables y con alto nivel de riesgo. La mesura refleja una actitud prudente por parte del emprendedor. Significa gestionar con precaución para evitar riesgos innecesarios y potenciales peligros. El miedo –en cambio– es una sensación de angustia, motivada por hechos reales o imaginarios, que impiden llevar adelante un proyecto.
La distinción entre la mesura y miedo es relevante ya que muchos empresarios no arriesgan ni realizan innovaciones justificándose que actúan con mesura. Sin embargo, ser prudente al tomar decisiones no es lo mismo que no hacer nada o no tomar iniciativas por miedo. La mesura es una conducta racional que lleva a accionar con prudencia y en base a un plan cuidadosamente trazado para evitar riesgos. En cambio, el miedo es una sensación emocional que lleva a la inacción.
Por los efectos negativos que genera el miedo, un emprendedor debe conocer cuales son las situaciones que le producen ese temor a fin de utilizar herramientas idóneas que le permitan controlar y superar esa sensación angustiante. Debe ser consciente que si no controla sus temores fantasmas tenebrosos se apoderarán de su mente llevándolo a un callejón oscuro y sin salida. El miedo es un enemigo interior que paraliza y cancela la voluntad para tomar cualquier iniciativa que implique algún riesgo. Si el miedo se apodera de la mente el emprendedor deja de ser un hacedor que arriesga y enfrenta desafíos con lo cual cancela la posibilidad de lograr el éxito.
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