La mente es renuente a buscar caminos innovadores porque no le agrada que la obliguen a cambiar hábitos y buscar nuevos conocimientos cuando puede repetir sin esfuerzo las mismas conductas e ideas aprendidas en el pasado.
Constantemente el cerebro humano actúa como una esponja
que absorbe conocimientos que sean útiles para lograr diferentes propósitos.
Este proceso de absorción informativa se produce durante toda la vida, pero se
manifiesta con mayor intensidad durante los primeros años de existencia. Es
durante la etapa de crecimiento cuando la mente desarrolla una gran avidez por
acumular conocimientos con el fin de interpretar el mundo exterior y tener
respuestas certeras ante los múltiples interrogantes que se le presentan en la
vida. Con el paso de los años todas esas vivencias, emociones y experiencias
son sistematizas y depositadas en la memoria para convertirse en una guía que
orientará y modelará las conductas, pensamientos y decisiones futuras.
A medida que una persona ingresa a su etapa adulta la necesidad y avidez de nuevos conocimientos comienza a mermar dado que el back up de datos existentes en la memoria tiene suficiente información que le permiten resolver los problemas que se presenten en el futuro. La acumulación de datos hace que la mente se remita a lo que ha aprendido en el pasado para tomar decisiones de manera automática sin tener necesidad de buscar nueva información para avanzar hacia el objetivo deseado. Ese conocimiento –acumulado a través de los años– genera tranquilidad, certeza y seguridad para poder desenvolverse en la vida, en el trabajo o en las actividades que se emprendan.
Con el paso del tiempo las vivencias, conocimientos e información depositada en la memoria a través de los años van forjando el ideario, los valores, las creencias, los hábitos, la personalidad y las conductas de una persona.
Todo el back up de datos y conocimientos acumulados en la mente terminan condicionando a las personas para que repitan de manera inconsciente y automática las mismas conductas ante situaciones similares y sostenga las mismas creencias durante toda la vida, salvo que decida realizar un gran esfuerzo para cambiar algunas ideas o conductas.
La capacidad que tiene la mente de generar respuestas rápidas y automáticas ante diferentes situaciones cotidianas hacen que la vida sea más llevadera porque ofrece la posibilidad que las personas se sientan más seguras al tomar decisiones, no duden que hacer ante los mismos problemas y ahorren tiempo en la búsqueda de respuestas. Sin embargo, responder de manera automática, repetir inconscientemente las mismas conductas o sostener las mismas creencias tiene ciertas desventajas o inconvenientes. Con esa repetición automática se disminuye la capacidad de crítica para cuestionar conductas o ideas, se bloquea la posibilidad de dudar, se cancela la búsqueda de nuevas respuestas y no se verifica si se está haciendo lo apropiado. Actuar y pensar con piloto automático impide cambiar y emprender caminos diferentes a los transitados en el pasado. La existencia de un back up con conocimientos, vivencias y datos atenta contra la imaginación, la creatividad y la flexibilidad mental para cambiar lo que se hace o piensa
Tener la percepción que el conocimiento adquirido es suficiente y certero para dar respuesta a todos los interrogantes cancela la posibilidad de imaginar nuevos escenarios, buscar alternativas diferentes a las emprendidas en el pasado o reconocer que lo que pensaba era incorrecto. Al responder de manera automática ante una misma situación, dar siempre las mismas respuestas, no reflexionar sobre si existen otras alternativas o sostener las mismas creencias cancela la posibilidad de cuestionar lo preestablecido.
La mente, de manera autónoma, bloquea la posibilidad de imaginar opciones distintas a las que acumulo en su memoria a través de los años.
Esta científicamente corroborado que la mente suele dar las mismas respuestas ante los mismos problemas porque se atiene al principio de la ley del menor esfuerzo. No quiere gastar energías creando nuevas ideas o buscar nuevos conocimientos si puede apelar fácilmente a la información acumulada en su memoria. Este proceso “del menor esfuerzo” lleva a que con el paso de los años la mente se haga perezosa para generar nuevas ideas, cambiar hábitos o cuestionar los conocimientos adquiridos. Pereza que es muy negativa para un emprendedor porque le pone límites a la creatividad y capacidad innovadora.
La neurociencia ha comprobado que si bien la mente es la principal herramienta para generar nuevas ideas también puede convertirse en el principal cerrojo que impide emprender cambios sustantivos. Con el paso de los años la pereza y el principio del menor esfuerzo la lleva a la rutina, al status quo y aferrarse a una zona de confort que rechaza todo intento de revisar ideas y conductas. Prefiere repetir hábitos e ideas antes de buscar caminos diferentes que le exigen trabajar o cuestionar lo que pensaba con anterioridad.
La mente es muy astuta y utiliza infinidad de recursos para no trabajar ni esforzarse en cambiar sus ideas y hábitos.
La mente apela a mecanismos imperceptibles para presionar, sugerir o inducir a una persona a que no modifique sus conductas, juicios de valor, ideas, hábitos o sentimientos. Sin que se pueda percibir racionalmente, la mente condiciona los comportamientos y pensamientos de una persona a través de sutiles sensaciones interiores. Esas sensaciones se traducen en señales positivas que generan confianza, seguridad, certeza, familiaridad o tranquilidad en caso de que se repitan las mismas conductas o creencias del pasado. Por el contrario, la mente envía señales negativas como miedo, ansiedad, incertidumbre o desconfianza cuando una persona busca modificar sus pensamientos o conductas.
Para un emprendedor es muy negativo quedarse aferrado a sus creencias y no tener la capacidad de animarse a cambiar. Cerrar la puerta a la autocrítica, a las dudas, a la confrontación de ideas, a la creatividad innovadora o la imaginación es cancelar la posibilidad de progresar. La rutina le quita posibilidad de cambiar con lo cual el emprendedor queda atrapado en sus creencias sin tener la posibilidad de acoplarse a un mercado en constante transformación.
Aferrarse a creencias y no permitirse incursionar en nuevos escenarios es contrario a lo que debe ser un emprendedor. Es esencial que el gestor de una empresa no quede preso de sus hábitos y conocimientos cuando esa actitud frena su creatividad y capacidad para seguir innovando y buscando nuevas oportunidades. Es fundamental que un emprendedor no quede sometido a los mandatos manipuladores de una mente perezosa, sino que debe obligarla a romper esquemas prefijados para buscar de renovadas ideas y proyectos. Es necesario que saque a la mente de la zona de confort y la ponga a trabajar para no repetir objetivos del pasado. Con ese fin debe adquirir nuevos conocimientos, actualizar la información, escuchar las ideas que se oponen a las suyas, cambiar hábitos, rechazar las respuestas automáticas y atreverse a arriesgar.
Si no hay voluntad de cambio y perseverancia en luchar contra el status quo, la rutina y las respuestas automáticas que propone la mente, es muy difícil que aflore la imaginación creativa y las innovaciones. Un emprendedor no puede permitir que la mente perezosa gane la batalla obligándolo a repetir los comportamientos del pasado sin ninguna posibilidad de generar un futuro diferente que le permita progresar y acompañar los cambios y demandas del mercado.
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