Los envidiosos sólo son felices cuando destruyen a la persona que envidian por lo que un emprendedor económico debe alejarlos de su entorno para que no le causen daño ya que la envidia no tiene cura.
La envidia es un sentimiento negativo que mortifica y
desequilibra a las personas que no soportan que gente de su entorno tenga
logros intelectuales, materiales o afectivos que los hacen brillar o ser
felices. Al padecer este sentimiento negativo y desgarrador no toleran que sus
familiares, amigos, jefes o vecinos se destaquen y sean el centro de atención
social. Ante sus éxitos sienten celos, odio, indignación, fastidio,
resentimiento y rencor, por lo que apelan a todo tipo de mecanismos para
difamarlos o dañarlos con el propósito de demostrar que sus logros no son
reales.
La envidia tiene la particularidad que daña tanto al que la padece como al que es el blanco de ese sentimiento negativo. Las personas envidiosas sufren serios trastornos y desgarros emocionales que las hacen infelices, resentidas y amargadas. En la mayoría de los casos, la envidia se convierte en una obsesión que sólo disminuye momentáneamente cuando el envidioso logra destruir, herir o mortificar a quien se cela. Sin embargo, ese encono y furia revive con toda intensidad si se percibe que la persona envidiada vuelve a obtener logros emocionales o materiales.
La envidia no tiene género ni tampoco hace diferencias según la condición social, nacionalidad o creencias religiosas. Es un sentimiento destructivo que se puede presentar en cualquier persona y que tiene la particularidad de crecer en intensidad cuando el envidiado es un pariente, amigo, compañero de trabajo o ex pareja.
Sentir que tienen la misma sangre, la misma historia o la misma profesión enloquece al envidioso porque no tolera que sus iguales, sus parientes o compañeros puedan ser mejores o tener mejor fortuna en la vida.
El envidioso no tolera que sus vínculos o relaciones más cercanas brillen porque siente que eso opaca su existencia y pone en evidencia sus falencias. Por ese motivo, su obsesión los lleva a que su accionar negativo tenga un doble propósito: Destruir la reputación del envidiado y convencer a los demás que se es mejor, superior o más feliz que la persona atacada.
Enceguecidos por los celos y el rencor que le producen los logros ajenos, los envidiosos jamás pueden valorar a las personas que tienen en su mira. No aceptan que la persona envidiada sea más creativa, talentosa, sensible, culta, feliz o ingeniosa. Aceptarlo les generará una perturbación emocional que no pueden aceptar ni tolerar. Por eso ante los éxitos de sus enemigos lo primero que hace es negarlos, descalificarlos o hacer todo lo posible para impedir que esos logros trasciendan. En caso de tener que reconocer un que el envidiado a logrado un objetivo - por ser público y notorio - lo atribuyen a la suerte, la corrupción o privilegios espurios. Si la persona envidiada es una mujer sostienen que sus éxitos son resultado de su belleza o haber realizado favores íntimos. Nunca los logros son por mérito propio.
El envidioso no puede aceptar sus falencias, errores o limitaciones. En caso de tener que reconocer que no ha alcanzado un objetivo siempre tiene a mano una excusa para justificarse. Jamás considera que no haber podido alcanzar una meta o lograr su felicidad sea por su culpa, carácter, falta de talento o incapacidad. Por tal motivo, el envidioso tiende explicar y justificarse diciendo que sus fracasos son culpa de personas que quieren dañarlo y ponerle palos en la rueda para impedirles alcanzar sus objetivos.
Los emprendedores no están exentos de padecer los efectos tóxicos que genera la envidia entre colaboradores, clientes o competidores. Alcanzar éxitos económicos, ascender a posiciones dentro de una corporación, asociarse con grupos poderosos, obtener inversiones ventajosas, ser reconocido por los medios de comunicación o tener una familia ejemplar suele ser razones más que suficientes para despertar la envidia de su entorno.
No importa ni es demasiado relevante que un emprendedor haga esfuerzos para no estimular la envidia de la gente que lo rodea o lo sigue en las redes sociales. El fastidio de los otros hacia sus logros no disminuirá aunque intente tener un perfil bajo. Si logra éxitos o es feliz los envidiosos lo perciben y no lo pueden tolerar. Todo cuanto haga para pasar desapercibido y evitar que ese sentimiento negativo se expanda sólo hará que la envidia hacia él crezca más. Todo acto de modestia tendiente a bajar el brillo de sus logros, irrita aún más a los envidiosos e incrementa sus deseos de dañarlo o desprestigiarlo.
El envidioso sólo es feliz y alcanza su plenitud cuando destruye al emprendedor o jefe que envidia para demostrar que todo sus éxitos son una falsedad.
La experiencia enseña que el único camino que existe para evitar el perjuicio generado por los envidiosos es dejar de frecuentarlos o alejarlos para que no causen mayores daños. Por esa razón, un emprendedor debe tenerlos alejado de su entorno porque nunca se puede detener el odio y saña de un envidioso. La única defensa y prevención que tiene un emprendedor ante los envidiosos es detectarlos, apartarlos y ponerlos en cuarentena permanente porque la envidia no tiene cura.
Un emprendedor no debe subestimar el perjuicio emocional, material y social que pueden causarle una persona envidiosa. Su lengua viperina y su veneno interior están siempre listos para desparramar sus energías y expresiones negativas hacia las personas que envidia. Por tal motivo, un emprendedor debe estar atento a las conductas y sentimientos de quienes lo rodean para detectar a los que buscan perjudicarlo detrás de un disfraz de inocencia. No se debe pasar por alto que el envidioso - salvo que la ira y los celos lo pongan en evidencia - siempre actúa agazapado para atacar cuando nadie lo espera.
Los envidiosos son mentirosos y falsos con el propósito de ocultar sus intenciones y celos para disimular sus sentimientos negativos manifestando públicamente la antítesis de lo piensan y hacen a las sombras.
Los envidiosos, mientras expresan sentimientos afectivos hacia la persona envidiada, conspiran silenciosamente para destruirla y dañarla. Al desplegar su veneno lo hacen de manera solapada para que no ser descubiertos. Se cuidan mucho de mostrarse como verdaderamente son por lo que nunca actúan a cara descubierta. Difícilmente el envidioso enfrenta de manera directa a su socio, amigo o jefe que repudia en su interior. Generalmente apelan a los rumores o sospechas para dañarlos. El envidioso prefiere desplegar su carroña y felonías en el entorno de la persona envidiada de manera solapada con el propósito de generar dudas sobre sus éxitos.
El envidioso frente a las personas que envidia se muestra amigable. Disimula, miente y trata de aparentar que no le molestan sus logros. Evita que se note su resentimiento. No quiere que se detecte su odio y envidia para sentirse libre de actuar desde la oscuridad o detrás de bambalinas. Con ese propósito es normal que suela ser lisonjero y elogiar los logros del amigo, jefe o empresario para que no descubra sus intenciones destructivas. Esto le permite acercarse a sus colaboradores o conocidos para difamarlo y generar rumores que lo destruyan.
La buena noticia es que a pesar de que los envidiosos tratan de pasar inadvertidos, sus negativos sentimientos no pueden ocultarse largo tiempo. Tarde o temprano la envidia sale a luz y sus maldades son percibidas. A pesar de los esfuerzos para no hacer público su rencor y celos llega un momento en que ese sentimiento negativo sale de la clandestinidad. Es tan fuerte el odio hacia los que logran éxitos o son felices que finalmente la envidia se manifiesta públicamente. No pueden contener su ira por lo que explotan y muestran la hilacha de su odio oculto. Es en ese momento, al no quedar dudas de su energía negativa y conducta maliciosa, es necesario ponerlos en cuarentena permanente.
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