Ernesto Sandler
EMPRENDER Julio 2024

Todos quieren emprender


Cada vez más personas quieren ser emprendedores independientes porque consideran que los empleos generan pocos ingresos mientras que emprender abre las puertas al éxito, el dinero y la felicidad.

La robotización, la inteligencia artificial, la tecnología aplicada y la sistematización de las cadenas de producción –entre otros hechos– han generado un incremento extraordinario en la generación de riqueza que se manifiesta en el Producto Bruto Mundial que se ha multiplicado nueve veces en los últimos 100 años. Sin embargo, desde la perspectiva del empleo su crecimiento no ha sido semejante. La demanda de trabajadores en relación de dependencia disminuye año a año de manera progresiva en la mayoría de los países desarrollados.

La principal causa –sin ser la única– que impulsa la disminución de la demanda de empleados por parte de empresas privadas se debe a la Revolución tecnológica implementada en los procesos productivos. Constantemente surgen herramientas tecnológicas que realizan actividades que antes requerían inexorablemente la presencia física o intelectual de un trabajador. Sin embargo, no es única causa que influye en la disminución de personas que buscan empleo o que dejan sus trabajos en relación de dependencia. También existen otras razones entre las que se destacan: El profundo cambio en los objetivos de vida que persiguen las nuevas generaciones; la falta de capacitación para adaptarse a las nuevas exigencias tecnológicas; la desaparición de la llamada cultura del trabajo; y el la expansión del emprendedurismo

Con respecto al cambio en los objetivos de vida de las nuevas generaciones es evidente que las motivaciones para trabajar son bastante diferentes a los que tenían sus padres y abuelos. Los milennials y centennials rechazan o se resisten trabajar en empleos en relación de dependencia porque no quieren ajustarse a horarios laborales; aguantar a jefes que le exijan obligaciones; soportar retos por no hacer bien su trabajo; tener que utilizar uniformes en su empleo; tener que sonreír forzadamente a un cliente; capacitarse para estar actualizado; disponer de pocas semanas de vacaciones o tener poco tiempo libre para hacer lo que se desea.

Los jóvenes –ante una relación laboral dependiente– tienen una postura muy distinta a la que tenían sus antepasados. Mientras que sus padres consideraban que un empleo era la llave que permitía alcanzar objetivos de superación, obtener ingresos para tener una vida digna y asegurarse una jubilación para la vejez, los jóvenes de hoy se resisten a tener un empleo porque consideran que depender de otro impide hacer lo que les gusta, los limita, los condiciona, cercena su libertad y no les permite acceder a los ingresos que desean para tener el estilo de vida a que aspiran.

La mirada negativa hacia el trabajo dependiente ha influido para que la llamada cultura del trabajo este desapareciendo en muchos países. 

En los tiempos actuales no se comparte la idea que para progresar es necesario trabajar duro, esforzarse y ahorrar parte del salario para tener un futuro mejor. 

Cada vez es mayor el número de personas que considera que un empleo no es el camino para progresar y ser feliz. La gente joven considera que los empleos son un calvario que en lugar de ayudarlos a progresar los acorralan, los somete y le cortan las alas para volar hacia un futuro mejor. Asia lo ponen de manifiesto los sondeos de opinión publica que reflejan que los empleados se sienten víctimas de los empleadores porque le exigen grandes esfuerzos y obligaciones a cambio de salarios que no les alcanza para satisfacer sus necesidades crecientes. La mayoría de los empleados consultados manifiestan que dan mucho más de lo que reciben y menos de lo que merecen. Esta insatisfacción impulsa a los trabajadores en relación de dependencia a demandar constantemente aumento de los salarios, extensión de plazos vacacionales, reducción de horarios laborales, mayores prestaciones sociales, distribución anual de bonificaciones y realizar labores en home office, entre otras exigencias.

Ese combo de quejas, insatisfacción, disgusto y demandas económicas ha sido determinante para que las empresas sean cada vez más reticentes en contratar empleados y obtén por las alternativas tecnológicas para reemplazar la presencia física de trabajadores insatisfechos. Han comprobado que la constante demanda de beneficios e ingresos requeridos por los trabajadores incrementa los costos operativos de las empresas mientras que la tecnología es cada vez más accesible y más eficiente en su capacidad de producción. Mientras el trabajo humano está limitado a horarios, suele ser conflictivo y demanda constantemente mayores salarios, una maquina o un software trabaja las 24 horas, no se queja, no exige beneficios, no se toma vacaciones, no requiere seguro médico y se lo puede cambiar cuando se desea por un modelo más actual que genere mejores resultados.

La disminución de la oferta de empleos por parte de las empresas y la desmotivación anímica y económica que genera entre los jóvenes los trabajos en relación de dependencia ha dado lugar a que cada vez sea mayor en número de personas que busquen nuevas alternativas diferentes para obtener un ingreso, progresar y ser felices. Entre esas alternativas ha descollado el llamado emprendedurismo, que consiste en trabajar por cuenta propia para ser artífice de proyectos económicos personales. Esta tendencia, dada a nivel mundial, es alentada por las redes sociales que están saturadas de gurús, influencer y coach que explican cómo ser un emprendedor permite hacer fortuna, alcanzar la fama y crear proyectos exitosos. 

A diario los medios de comunicación cuentan historias de emprendedores que empezaron en un garaje y lograron convertirse en millonarios en poco tiempo con lo cual ese objetivo es un imán para miles de personas. 

Nuestro país no es ajeno a esta tendencia emprendedora. Son muchas las personas de todas las clases sociales y con distinta formación profesional que quieren ser emprendedores independientes porque consideran que los empleos no rinden económicamente y demandan un estilo de vida que rechazan porque no los hace felices. Consideran que emprender una actividad empresarial o trabajo por cuenta propia abre puertas a la fortuna, el éxito, la libertad y la independencia. 

No se puede negar que ser un emprendedor es sumamente estimulante para la mente y el corazón porque se visualiza que al seguir ese camino no existen las limitaciones que pueden existir en un empleo. Además, si se logran lo objetivos buscados los ingresos se potencian pudiendo acceder a todo lo que ofrece la sociedad de consumo. Por esa razón, es comprensible que cada vez haya más las personas que renuncian a sus empleos o dejan de buscarlo para emprender una actividad comercial que les permita ser soberanos de su vida y alcanzar éxitos que llenen sus bolsillos. 

El problema es que ese atrayente mundo de emprendedores exitosos no describe la realidad que debe atravesar la mayoría de quienes intentan emprender por cuenta propia. Las estadísticas señalan que entre el 80% y 90 % de los intentos de emprendimiento terminan fracasando en el corto plazo. Esa realidad pone en evidencia que la mayoría de los emprendedores no logran los objetivos buscados y que son muy pocos los que logran fama y dinero. Aunque las redes sociales no lo reflejen o no se viralice la información, los fracasos de personas que emprenden a diario es una realidad que crece de manera exponencial a medida que mayor cantidad de jóvenes deciden emprender por cuenta propia. 

Las razones por la que los fracasos exceden ampliamente los éxitos se debe a muchas razones, aunque se podría sintetizar diciendo que emprender no solo demanda tener ideas creativas y viables sino que además es un trabajo muy duro que exige dedicación de lunes a lunes, conocimientos apropiados, perseverancia, coraje, audacia, valentía y –en muchos casos– una pizca de suerte que no siempre se hace presente. 

La experiencia de millones de emprendedores en todo el mundo ha puesto de manifiesto que el cementerio de fracasos es muy superior al Olimpo de los éxitos. 

Los emprendedores, al llevar adelante sus proyectos, descubren un universo de problemas, adversidades y riesgos que suelen acabar con sus sueños dejando un tendal de deudas y frustraciones. Esto sucede porque lo habitual es que al emprender los pronósticos no se cumplan, los cálculos no se ajusten a la realidad, los obstáculos sean más grandes de lo pensado, se carezca de la capacitación apropiada, falten los recursos que se necesitan y los ingresos no fluyan con la rapidez que fluyen los egresos. Esta situación genera miedo, inseguridad y desconfianza que terminan destruyendo el entusiasmo emprendedor, la pasión, el coraje y la creatividad necesaria para llegar a un objetivo. Ante ese escenario plagado de temores y adversidades muchos emprendedores deciden no seguir sus impulsos de independencia y dejan de lado sus proyectos. Cancelan su deseo de autonomía y con resignación optan por buscar un empleo que asegure un ingreso. Algunos emigran a otros países con la fantasía que en otras latitudes tendrán mejores oportunidades laborales o de negocio. 

Mi experiencia como la de millones de emprendedores me permite afirmar, sin temor a equivocarme, que emprender por cuenta propia exige mucho esfuerzo, dedicación, sacrificio y tener ideas viables para llegar a un destino. No basta tener sueños y ganas de ser independiente. Es necesario tener talentos y fortaleza anímica para superar múltiples adversidades ya que al emprender no hay red de contención para las caídas y los errores se pagan caro. Por lo tanto, si se elige el duro camino de ser un emprendedor es fundamental asegurarse que se tiene una personalidad emprendedora, talentos, capacidades, ideas, conocimientos y la fortaleza emocional que se necesita para alcanzar los objetivos buscados.

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