Ernesto Sandler
EMPRENDER Agosto 2024

Nadie es imprescindible


Los emprendedores que se sienten imprescindibles tienden a desarrollar conductas soberbias que afectan negativamente las relaciones con sus colaboradores y ponen límites al desarrollo de la empresa.

Algunos emprendedores en función de la originalidad de sus ideas, los éxitos obtenidos en el pasado o por su personalidad egocéntrica consideran que nada es posible de lograr sin su presencia y participación. Sienten que son imprescindibles para liderar un proyecto por lo que gestionan en forma centralizada. Al considerar que son el motor y el cerebro de todas las iniciativas consideran que sin su presencia nos es posible alcanzar ningún objetivo. Tampoco valoran el aporte o esfuerzo que pueda realizar su entorno ya que dudan y desconfían de sus capacidades por lo que siempre están supervisando lo que hacen y como lo hacen. 
Los empresarios que se sienten imprescindibles suelen tomar la totalidad de las decisiones. Todo lo que sucede en la empresa debe pasar por su control porque sienten que son los únicos que saben y pueden resolver los problemas con eficacia. Jamás delegan o hacen participar a sus colaboradores en las decisiones de trascendencia. Solo pensar que sus empleados pueden actuar autónomamente sin su control les causa estrés, ansiedad y angustia porque sostienen que son los únicos portadores de un saber que los demás carecen. Aunque en su intimidad puedan valorar que algunos integrantes de su equipo tienen méritos y talentos, esa valoración no es suficiente como para dar un paso al costado y dejarlos actuar con independencia. No conciben que las personas y la empresa funcionen sin su presencia, control, supervisión y dirección.
El resultado de este tipo de gestión centralizada, omnipresente y egocéntrica es una de las  razones principales que determina que los empleados dejen de tomar iniciativas para no sufrir reprimendas del encargado de la empresa que quiere que todo se haga bajo su supervisión y como él quiere. Al no dejar espacios para actuar con autonomía los empleados se limitan a realizar las actividades que se les ordena, no aportan ideas, trabajan con temor y construyen relaciones laborales en base a la sumisión. Toda la gestión queda sujeta a las directivas, creatividad, humor, estado de ánimo, voluntad y ocurrencias del empresario. De esta forma el rendimiento y crecimiento profesional colectivo decrece porque todo que sujeto a la ideas y dirección del responsable de gestión.
Los empresarios que actúan bajo la premisa que sostiene que “si quieres que algo salga bien hazlo tú mismo” solo podrán construir un negocio acotado a sus ideas con lo cual el rendimiento y capacidad operativa de la empresa será limitado. Al descartarse las ideas del equipo, no escuchar sus sugerencias o prejuzgar negativamente sus capacidades el horizonte del emprendimiento llegará hasta donde termina el brazo del empresario

El futuro que se puede lograr bajo las exclusivas directivas e ideas del empresario será menos eficiente y productivo al que podría lograr con una abierta participación creativa y operativa de los empleados. 

Si un emprendedor quiere aumentar la productividad, la rentabilidad, la eficiencia y potenciar la creatividad debe abrir la gestión para que todos los colaboradores participen. No puede tener la soberbia de sentirse imprescindible y creer que es el único que puede hacer las cosas bien. No puede atribuirse la capacidad de saberlo todo y querer dirigir todo porque considera que es el único que garantiza que las cosas salgan bien. No puede ser tan necio de creer que sin su presencia nada se puede lograr y que no necesita a nadie para llegar a los objetivos que persigue.
Los emprendedores que se consideran imprescindibles suelen expulsar de su entorno a los empleados talentosos y capaces porque les molesta que se cuestionen sus directivas o le muestren que existen otras alternativas mejores a las que propone. Prefieren rodearse de empleados mediocres que lo adulan y se someten a sus directivas sin chistar. Ese objetivo lo pueden conseguir porque hay muchos empleados que prefieren que su jefe les diga que hacer para evitar todo tipo de responsabilidad o exigencia creativa.
Ningún empresario puede sentirse imprescindible y sentir que no necesita a nadie que le aporte ideas o capacidades para lograr sus objetivos. Todo empresario debe mesurar objetivamente su capacidad para no sobrestimarla. Debe conocer cuáles son sus fortalezas y cuáles son sus debilidades o carencias. No puede inflar su ego a punto tal que se sienta único, infalible y mejor a todos los demás. No puede creer que sin su presencia y dirección nada saldrá bien. Su objetivo es que la empresa crezca y sea rentable con lo cual no debe limitar el futuro a sus exclusivas capacidades. Debe gestionar con la colaboración y participación de sus empleados. No puede actuar con arrogancia creyendo que es la única persona puede tomar decisiones acertadas. Debe desarrollar una organización empresarial en la que pueda delegar responsabilidades entre sus colaboradores para que la empresa pueda funcionar eficazmente si no está presente. 

Ningún empresario es imprescindible aunque muchos quieran serlo. 

Todos los empresarios, por más exitosos que sean, deben comprender que necesitan el aporte de los demás para lograr objetivos. Es un acto de soberbia e inmadurez considerar que nada puede funcionar si su presencia o sin su absoluta supervisión. Un empresario debe saber que en la economía moderna nadie es imprescindible sino que por el contrario los que consiguen logros son los que trabajan en equipo, se apoyan en la tecnología y utilizan los beneficios que ofrece la Inteligencia Artificial. Es cierto que a muchos empresarios les gustaría ser únicos y que nadie pueda jamás pueda ocupar su lugar. Pero esto no es lo que suele suceder. Si así fuera la humanidad no habría podido evolucionar ni crecer de la forma que lo ha hecho a partir del esfuerzo colectivo para alcanzar un objetivo en común. Por lo tanto, para llevar adelante una buena gestión es necesario que un empresario trabaje mancomunadamente con el entorno, comparta responsabilidades y genere mecanismos institucionales para que en caso de ausencia pueda ser reemplazado sin que esto implique un problema para el funcionamiento de la empresa y para aquellos que se benefician con su funcionamiento.

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