Son pocos los emprendedores que están dispuestos a emprender por caminos desconocidos sin un GPS que oriente su norte.
Las llamadas oportunidades de negocio son aquellas que auguran una alta rentabilidad, éxito y trascendencia en el mercado. El problema es que no todas las aparentes oportunidades logran esos objetivos. Un alto porcentaje de oportunidades no sólo demandan recorrer un camino de riesgos, incertidumbre o elevadas inversiones sino que tampoco garantizan que el resultado final sea beneficioso. La razón es ampliamente conocida. En el mundo de los negocios es imposible pronosticar con certeza qué oportunidad o emprendimiento resultará exitoso.
Ningún proyecto económico puede garantizar que no existirán contingencias e imprevistos. Ninguna planificación está exenta de errores y desaciertos que impidan llegar al destino buscado. Todo emprendimiento puede fracasar en su intento de lograr un objetivo. Es justamente esta incertidumbre y falta de certeza lo que genera temores en un emprendedor al momento de decidir si aprovecha una aparente oportunidad de negocio. Por experiencia se sabe que no todas las oportunidades suelen ser positivas porque no todo lo que brilla es oro.
Es justamente la posibilidad de que existan imprevistos y contingencias lo que suele frenar el impulso de ir detrás de una oportunidad de negocio. Los empresarios son conscientes de que si los riesgos son excesivos la posibilidad de fracaso puede ser muy alta y generar daños irreparables. Por lo tanto, la mayor parte de los empresarios busca emprender actividades con un menor nivel de incertidumbre y peligros aunque las utilidades que pueda generar el negocio sean menores.
Son pocos los empresarios que están dispuestos a asumir el elevado riesgo de ir detrás de una oportunidad, aunque los beneficios puedan ser tentadores. La posibilidad de perder patrimonio, hacer quebrar a la compañía o perder el prestigio por fracasar determina que muchos prefieran ser mesurados en sus ambiciones y proyectos. Prefieren recorrer los caminos seguros que otros han transitado con éxito. Al hacerlo no se toparán con sorpresas, imprevistos ni con riesgos que los perjudiquen.
Son pocos los que están dispuestos a emprender por caminos oscuros y sin un GPS que oriente su Norte aunque visualicen que si llegan a destino sus ganancias pueden ser inferiores.
Muchos emprendedores prefieren ser mesurados y seguir el camino que tomaron aquellos que lograron un éxito. Saben que las ganancias serán menores pero evitarán riesgos que los pueden dañar. En la medida que la economía se ha hecho más compleja y costosa ir detrás de una oportunidad sin tener un manual o un GPS que marque la ruta a seguir puede ocasionar grandes pérdidas.
Es cierto que las políticas mesuradas y conservadoras no siempre son útiles para el crecimiento de una empresa. A veces es preciso dejar la rutina y dar un salto hacia adelante. Es necesario arriesgar para poder expandir la empresa e impedir que la competencia la desplace del mercado. Muchos directivos saben que seguir la corriente que todos siguen puede llevar a la empresa a buen puerto pero difícilmente se descubran nuevos continentes. Las grandes ganancias y la expansión empresarial generalmente requiere que los empresarios arriesguen yendo contra la corriente y sin un GPS que les marque el camino que todos siguen.
Es sabido que donde existe un alto nivel de riesgo la competencia empresarial es nula o escasa. Cuando no existe un GPS que muestre el camino hacia un destino no son muchos los empresarios dispuestos a emprender una actividad. Son pocos los que se lanzan a lo desconocido y asumen riesgos.
Sin embargo, existe una minoría de emprendedores que están dispuestos a ir contra la corriente y lanzarse a recorrer senderos desconocidos porque intuyen que los resultados serán altamente beneficiosos. Saben que lo desconocido puede generar oportunidades de ganancias superiores porque el que llega primero al árbol se lleva los mejores frutos. Son empresarios sedientos de gloria. Su corazón se acelera y palpita intensamente cuando imaginan que pueden lograr objetivos que nadie ha podido obtener. Ese reto de arriesgar y emprender negocios en donde otros no se atreven los apasiona y los empuja a ser osados.
Sin embargo, existe una minoría de emprendedores que están dispuestos a ir contra la corriente y lanzarse a recorrer senderos desconocidos porque intuyen que los resultados serán altamente beneficiosos. Saben que lo desconocido puede generar oportunidades de ganancias superiores porque el que llega primero al árbol se lleva los mejores frutos. Son empresarios sedientos de gloria. Su corazón se acelera y palpita intensamente cuando imaginan que pueden lograr objetivos que nadie ha podido obtener. Ese reto de arriesgar y emprender negocios en donde otros no se atreven los apasiona y los empuja a ser osados.
Son emprendedores que consideran que las políticas conservadoras y rutinarias no siempre son útiles para el desarrollo de la empresa. Sienten que si se quiere crecer tienen que arriesgar y aprovechar oportunidades que otros dejan pasar. Entienden que para expandir la empresa es necesario dar un salto hacia adelante. Las grandes ganancias y la expansión empresarial generalmente implica arriesgar y no dejar pasar oportunidades de negocio.
Los que se animan a arriesgar y emprender en caminos desconocidos son emprendedores que están dispuestos a luchar contra las tormentas antes de quedarse en la tranquilidad del puerto. Son los que quieren descubrir nuevos continentes. Saben que las oportunidades únicas demandan actitudes únicas.
Los que se animan a arriesgar y emprender en caminos desconocidos son emprendedores que están dispuestos a luchar contra las tormentas antes de quedarse en la tranquilidad del puerto. Son los que quieren descubrir nuevos continentes. Saben que las oportunidades únicas demandan actitudes únicas.
Cabe aclarar que ir contra la corriente y transitar caminos sin un GPS no implica una actitud cuestionable. No significa irresponsabilidad ni es lanzarse a un precipicio sin paracaídas o caminar a ciegas por una cornisa. Es cierto que significa asumir mayor cantidad de riesgos y contingencias que las que hubieran tenido de seguir la rutina y la ruta que todos siguen. Sin embargo, ese mayor nivel de riesgo no significa dar un salto al vacío.
Los emprendedores que eligen caminos diferentes a los que siguen los demás no suelen ser gente improvisada, sin planes e irresponsables. Al contrario, suelen estar mucho más alertas y enchufados que los empresarios que gestionan con piloto automático y un GPS que le marca el camino que recorren todos. Los que asumen grandes riesgos saben que no pueden estar desconectados de la realidad un instante, pues un error los puede llevar al fracaso. Por eso su nivel de compromiso, concentración, planificación y responsabilidad es muy grande.
Es cierto que ir contra la corriente no es para cualquier emprendedor. Implica tener una personalidad especial, ser apasionado y tener la energía para asumir altos riesgos. No todos tienen la osadía, el coraje y la fortaleza emocional para navegar por mares desconocidos. Sin embargo, ningún emprendedor está impedido de animarse y dar un salto de riesgo. Todo emprendedor tiene la posibilidad de intentarlo. No hacerlo puede significar que cargue toda la vida una mochila llena de arrepentimientos y lamentos. Dejar pasar una oportunidad, que otros aprovecharon exitosamente, es un golpe difícil de sobrellevar para un emprendedor.
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