Ernesto Sandler
EMPRENDER Octubre 2025

Apropiarse de ideas ajenas es un robo


Los emprendedores no pueden tener la conducta deshonesta de apropiarse de las ideas ajenas y utilizarlas como si fueran propias sin reconocer los derechos de autor.

Los efectos de la globalización sobre las empresas son muchos y variados. Uno de esos efectos es la exigencia y presión que tienen los empresarios de implementar renovados proyectos que les permita mantenerse vigentes en un mercado al que diariamente ingresa una avalancha de nuevas propuestas comerciales.
La expansión de la producción internacional, el creciente acceso a las información por parte de los consumidores y la apertura de las fronteras exige a los empresarios que estén alertas para no quedar rezagados repitiendo el mismo proceso productivo. Si quieren lograr su permanencia en el mercado necesitan innovar y generar nuevas propuestas exitosas de manera constante.

Los emprendimientos que no se renuevan para generar nuevos productos por lo general tienen la suerte echada en el sentido que tienen un destino finito.

La vida útil de las empresas que no se renuevan es semejante al trayecto de las cañitas voladoras. Suben a un punto máximo a partir del impulso dado por su idea constitutiva para caer de manera abrupta por la falta de renovación de objetivos que les den un nuevo impulso para mantenerse en el mercado.
Esa presión y exigencia de renovar constantemente los procesos de producción tiene en vilo a los empresarios. Saben que deben estimular su imaginación e invertir tiempo y dinero para impulsar proyectos innovadores que los haga competitivos y les generen ingresos. Son conscientes que el mercado no se detiene por lo que a diario surgen competidores que hacen temblar los cimientos de las empresas rezagadas.
La falta de nuevos productos no solo altera a los responsables de gestionar. Los empleados perciben que la empresa puede enfrentar una crisis que afecte sus ingresos si no se promueven nuevas ideas que le permita ser competitiva. Los accionistas o inversores también se ponen nerviosos cuando no ven que sus números mejoran por falta de innovaciones y nuevas ideas que impulsen al crecimiento empresarial. Finalmente, los consumidores también hacen sentir su presión sobre una marca o empresa al cambiar sus gustos o hábitos al descubrir que existen otras propuestas en el mercado de mejor calidad y precio.
Estas razones presionan y obligan a los empresarios a renovarse. Les exige que expriman al máximo su creatividad y le reclamen a sus equipos de trabajo que se conviertan en usinas de ideas novedosas. Sin embargo, los intentos de generar proyectos innovadores no siempre tienen éxito. Las áreas de investigación y los equipos internos abocados a producir innovaciones no logran concretar ideas novedosas, viables o rentables. Este callejón condiciona a que los empresarios inviertan en la adquisición de patentes, marcas, ideas o productos que otros han creado para utilizarlas en su beneficio. Sin embargo, la adquisición de patentes e ideas no es como salir a pescar. No sólo porque los productos que la empresa puede necesitar no están a la venta sino porque las ideas que se venden pueden tener precios que son difíciles de afrontar económicamente.
Cuando no se generan internamente proyectos novedosos o no se pueden adquirir patentes en el mercado la presión sobre los empresarios es intensa y asfixiante. Esta presión lleva a muchos empresarios a tomar decisiones reprochables, ilegales y negativas.

No tener ideas novedosas que permitan progresar y mantenerse vigente suelen impulsar a algunos emprendedores sin escrúpulos echar mano –sin permiso– a las ideas de otros.

Algunos empresarios copian las ideas o productos que otros han generado sin reconocer los derechos de autor ni pagar una contribución por su uso. Se apropian de esas ideas sin consentimiento para utilizarlas en su beneficio. Algunos las copian tal como fueron creadas mientras que otros empresarios les hacen retoques para disimular su procedencia y no ser denunciados por el robo cometido.
La utilización de las ideas, productos y proyectos de otros -sin reconocer su procedencia- se ha multiplicado en los tiempos actuales dada las posibilidades que ofrece la tecnología de estar informado sobre todo lo que ocurre en todos los rincones del mundo empresarial. Mientras que internet es una ventana ilimitada para acceder a un mundo del conocimiento, la Inteligencia Artificial permite construir ideas y proyectos a partir de otros preexistentes. Ambas herramientas se han convertido en una fuente inagotable a la que concurren sedientos empresarios que no pueden generar una idea original. Si bien esa fuente de información pública en algunos casos permite apalancar nuevas ideas, por lo general eso no es lo que sucede porque la creatividad es mezquina y limitada. Por esa razón muchos emprendedores solamente se dedican a copiar y utilizar las ideas de otros para su propio beneficio. Cuando no pueden copiar directamente, apelan a los hacker, múltiples artilugios o a especialistas en apropiarse de ideas de otros tratando de no ser descubiertos y no ser pasibles de sanciones.
Cabe aclarar que el acceso público a la información a través de internet y redes sociales no es negativo, sino todo lo contrario en la medida que la difusión de ideas o productos produce un efecto multiplicador sobre el conocimiento. Cada idea expuesta públicamente permite disparar nuevas ideas creativas. A través de la historia se puede observar como la mayoría de las ideas apalancaron la creación de otras nuevas. Por lo general, se ha podido comprobar que toda nueva idea se nutre o inspira en los postulados de las anteriores.
Sin embargo, este no es el caso de los directivos de empresa que se apropian de ideas de otros y se las atribuyen como propias. En estos casos estamos en presencia de un robo que debe ser sancionado y repudiado socialmente. Hecho que no ocurre de manera frecuente. A pesar que la gran mayoría de los países han sancionado leyes que protegen a los autores o creadores no se ha podido erradicar la gran apropiación, copia y uso de ideas de otros. No solo existen emprendedores que copian sin tapujo ni culpa, sino que países como China tampoco se caracterizan por defender las patentes y derechos de autor.

Las ideas, proyectos o productos realizados por otros no deben ser copiados sin autorización, apropiados clandestinamente ni usarse sin retribución a sus creadores.

La generación de ideas para obtener beneficios y reconocimiento social es la principal razón por la que la gente utiliza su imaginación, invierte sus recursos e investiga de manera permanente. Desconocer los derechos de autor es atentar contra la creatividad y la imaginación. Es desalentar a las personas a que sigan utilizando la principal herramienta que conduce a la evolución y el desarrollo social: las ideas.
Los emprendedores o directivos de una empresa no pueden tener el mal hábito de apropiarse de las ideas ajenas y no reconocer su autoría. No pueden tomar las ideas de otros como si fueran frutos silvestres que pueden ser tomados sin nada a cambio. Los generadores de una idea original deben ser reconocidos, protegidos y compensados. No deben ser plagiados y utilizar sus obras como si fueran ideas propias.
Se puede aceptar, y de hecho es lo que muchos hacemos, que las ideas ajenas puedan motivar, inspirar o apalancar a nuevas ideas o proyectos. Pero esto no es lo mismo que copiar abiertamente las ideas de otros y mucho menos maquillarlas para que no se detecte el plagio. Es inadmisible tolerar, aceptar o permitir que algunos empresarios se apropien de las ideas que otros han creado para obtener beneficios que no les corresponden.

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