Es normal que un emprendedor tenga dudas sobre sus capacidades profesionales al tener que iniciar una actividad económica. Lo negativo es cuando esas dudas lo llevan subestimarse creyendo que es un inútil o que carece de las condiciones para alcanzar
Sentir que no se tiene el talento para generar una idea creativa o se carece de capacidad para llevar adelante un emprendimiento frena toda acción hacedora porque esos pensamientos negativos corroen la confianza y la seguridad. Dudar de las condiciones personales –asumiendo que es un incompetente y un bueno para nada– lleva inexorablemente a visualizar solamente las carencias o debilidades que serán la causa de futuros fracasos. Esa actitud pesimista conduce a la perdida de la autoestima y a la desvalorización profesional a partir de lo cual el emprendedor se castiga y flagela cancelando su iniciativa para ir detrás de un objetivo.
No es algo inusual que un emprendedor tenga dudas sobre sus talentos y capacidades para alcanzar determinados objetivos. Ante los desafíos que debe enfrentar es normal que en cierto momento evalúe si podrá lograr sus metas o si cuenta con las capacidades personales para actuar de manera correcta y no cometer equivocaciones. Muchos superan esa instancia de incertidumbre y duda con pensamientos positivos que estimulan su pasión y confianza que podrán alcanzar la meta proyectada. Otros emprendedores, en cambio, no pueden superar sus temores e inseguridades por lo que su mente se llena de reflexiones negativas que ponen en tela de juicio sus capacidades. En vez de recostarse en sus fortalezas se dedican a analizar de manera punzante todas sus carencias para finalmente convencerse que no son aptos para llevar adelante un emprendimiento. Esta actitud les quita toda posibilidad de tener una conducta pro activa y hacedora. Al prestar atención solamente a las debilidades se sabotean y nunca pasan a la acción.
Un emprendedor no debe castigarse focalizándose solo en sus debilidades o carencias sin tener en cuenta sus fortalezas personales y potencialidades profesionales.
Ser extremadamente crítico con uno mismo impide visualizar las cualidades positivas que toda persona tiene y que pueden ser el punto de arranque para desarrollar un proyecto emprendedor. Tener pensamientos negativos que desvalorizan las condiciones personales o profesionales destruye lo más importante que tiene que tener un emprendedor para afrontar adversidades: autoestima y confianza. La descalificación hacia uno mismo forja una personalidad débil, temerosa, insegura y carente de audacia para tomar iniciativas. Todo deseo de superación queda soterrado por pensamientos descalificadores que sabotean cualquier cambio o acción creativa. Al descalificarse un emprendedor se transforma en un ente conservador y miedoso.
Es poco relevante que la disconformidad con uno mismo haya tenido su origen en las malas calificaciones obtenidas en la universidad, en la mala oratoria al exponer un tema en público, el haber realizado una errónea negociación de negocios o no tener condiciones para sociabilizar y generar empatía con la gente. No se puede considerar que esos hechos puntales –de los cuales nadie está exento de tener a lo largo de la vida– son la muestra de la inoperancia e incapacidad para emprender todo tipo de proyecto. Un emprendedor no puede sabotearse a partir de ciertos errores que puede haber cometido o por no haber podido resolver determinados problemas. Debe tener una visión más generosa y abierta sobre sí mismo para no encerrarse en sus desaciertos y por lo tanto no poder descubrir sus capacidades que le sirvan para alcanzar determinados objetivos. No debe olvidar que focalizarse en el árbol impide ver el bosque.
La subestimación y desvalorización instala una personalidad perdedora en la media que el emprendedor se da por derrotado antes de probarse. Al sabotear sus capacidades, desconocer los méritos y no tener presente sus fortalezas opta por el camino de la mediocridad y la falta de audacia para arriesgar. Al sabotearse y descalificarse solo percibe que su destino es el fracaso pues se convence que no tiene talentos ni capacidades para lograr ningún objetivo.
Un emprendedor no debe enroscarse en elucubraciones, sensaciones o pensamientos destructivos que solo tienen presente las falencias o debilidades personales.
Es fundamental que aquellos que quieran emprender no se descalifiquen y se castiguen declarándose inútiles o incompetentes antes de empezar. Si tienen dudas sobre tienen ciertas capacidades o se sienten flojos de papeles para emprender una actividad pueden apelar a distintas herramientas que lo ayuden a superar esas carencias como es la capacitación profesional o rodearse de colaboradores que suplan sus debilidades.
Un emprendedor no debe sabotearse y descalificarse por haber cometido un error o haber fracasado en un propósito. Ese camino le quietara toda iniciativa y voluntad de emprender. Es necesario que no le ganen los malos pensamientos que sabotean su entusiasmo y lo llenan de inseguridades. Si un emprendedor opta por sabotearse, descalificarse y convencerse que es un bueno para nada se estará condenando a vivir en la oscuridad de la mediocridad.
https://mail.heraclito.com.ar/post.php?post=202
contact0