Ernesto Sandler
EMPRENDER Septiembre 2025

El dinero no es todo


El emprendedor que no tiene códigos éticos que guíen sus actividades profesionales está tentado a perseguir objetivos que solo busquen obtener beneficios materiales sin importarle las consecuencias de sus actos para la sociedad.

La relevancia del dinero es consecuencia de ser un bien que permite acceder a todas las cosas tangibles e intangibles que existen en la faz de la tierra, sea una parcela de tierra, una vivienda, una obra de arte, una idea o las acciones de una empresa. Esta potestad que tiene el dinero determina que la casi totalidad de las personas aspiren a tenerlo, ya sea para atesorarlo, intercambiarlo por bienes o invertirlo para generar mayores beneficios.
La gente no necesita saber mucho de Teoría Monetaria para percibir que con dinero pueden satisfacer sus necesidades materiales, comprar bienes, contratar trabajadores, invertir en un emprendimiento, torcer voluntades, e incluso lograr el respeto de sus enemigos. La historia de la humanidad nos enseña que el dinero convierte en poderoso al que lo tiene y frágil al que lo carece.
En la actualidad –más que nunca– todo hombre o mujer aspira a tener dinero porque sabe que es el vehículo principal para satisfacer gran parte de sus necesidades y lograr una alta dosis de felicidad. Sienten que con dinero pueden acceder a inmensa cantidad de cosas y consumir lo que desean sin otro límite que la cantidad de dinero que dispongan. Por esta razón el dinero es apetecido por buena parte de la sociedad, al tiempo que venerado por su poder para lograr múltiples objetivos. Una amplia mayoría considera que es la llave que abre las puertas que conducen a la felicidad, la prosperidad, a bienes deseados y a la seguridad que implica no padecer necesidades. Existe la convicción que teniendo dinero se acaban las angustias, las carencias, se accede a todos los sueños, se puede seducir a una persona, lograr un puesto político, mejorar la condición social, curar enfermedades o recorrer el mundo.
No se puede desconocer que el dinero es esencial para el intercambio comercial, la adquisición de bienes, dejar una herencia a los descendientes, cuidar la salud o invertir en la construcción de una empresa. Sin embargo, esto no implica que el dinero todo lo puede y sin dinero una persona no es nada ni puede ser feliz.

Pensar que el dinero es todo es la razón por la que ha sido colocado en el podio de los objetivos más preciados de la sociedad.

En la actualidad en todo el mundo el dinero se levanta erguido ante otros bienes para convertirse en el principal medio para satisfacer todas las necesidades y acceder a todo lo deseado. Como si fuera un Dios todo poderoso se lo valora y adora por encima de todas las cosas. Por esa razón, posiblemente, muchos no se espantan ante el axioma de que todo es válido cuando se trata de obtener dinero, con lo cual justifican cualquier conducta destinada a conseguir dinero aunque transgredan normas sociales o éticas.
La premisa que la adquisición de dinero justifica cualquier medio para lograrlo es un concepto que predomina en la mayoría de las sociedades contemporáneas. Esta perspectiva determina que sea muy difícil imponer la idea que es necesario tener ciertos principios éticos a la hora de hacer negocios o emprender una actividad económica. Considerar que toda conducta destinada a obtener dinero es algo loable es negativo para la convivencia social. Tener como único objetivo acceder o acumular dinero a cualquier precio destruye valores esenciales que hacen a nuestra dignidad e integridad.
Conseguir dinero no justifica tropelías ni conductas negativas. Tampoco es el único camino para ser feliz como muchos sostienen. Para lograr la felicidad se necesita algo más que tener dinero. A pesar del aporte del dinero para hacer más viable la vida no se le puede asignar la capacidad de generar amor verdadero, potenciar la bondad, establecer lazos como la amistad, alimentar la devoción a Dios, impulsar la solidaridad, la fraternidad y muchos otros sentimientos que forman parte de la condición humana. Por el contrario, la avidez por el dinero suele generar actitudes negativas como la codicia, la explotación, la corrupción, la cancelación de derechos o la supresión de la libertad.
No se puede negar que el dinero tiene mucha importancia para el desarrollo de la economía social e individual. Es evidente que desde que comenzó a utilizarse como medio de pago y unidad de medida ha sido una herramienta fundamental para apalancar numerosas instituciones económicas que han impulsado el progreso y el bienestar colectivo. Sin embargo, que el dinero sea un bien que permite acceder a muchas cosas y movilizar a la economía no quiere decir que sea la llave de la felicidad y llene los vacíos espirituales que las personas necesitan para no ser una especie animal sin emociones, sentimientos y valoraciones éticas.

El dinero más allá de la importancia superlativa que tiene en el mundo moderno no puede convertirse en un objetivo excluyente de la gente.

Creer que el dinero es lo único que importa lleva a tener conductas socialmente negativas y a desvalorizar otras conductas que nos ayudan a ser más plenos. Tener como único fin de vida la posesión de dinero muchas veces lleva a abandonar principios éticos, valores, sentimientos y creencias que son fundamentales para construir una sociedad mejor. Por lo tanto, circunscribir la felicidad personal a la posesión de dinero es desconocer que la vida necesita ser complementada y contenida con otros bienes intangibles como los valores éticos, los sueños creativos, los sentimientos y la solidaridad hacia los demás.
Un emprendedor no está exento de tener la obligación de guiarse por códigos, sentimientos y comportamientos positivos. No puede ir solo detrás del dinero sin importarle las consecuencias negativas que puede generar su afán de enriquecerse. En su accionar no puede dejar de lado valores y principios que son esenciales para la mejor convivencia social. Debe tener la entereza de sopesar sus ambiciones materiales con las espirituales o éticas para no quedar atrapado por el poder del dinero y la ambición desmedida de acumular riquezas. No debe emprender y hacer negocios pisando la cabeza de la gente o teniendo conductas dañinas para la sociedad o el Planeta con el solo fin de hacer dinero. Es muy importante que abra su mente y alma para incorporar a su gestión valores éticos que lo guíen con sabiduría y humanidad.

Un empresario sin un código ético, valores o nobles sentimientos que guíen sus actividades profesionales puede hacer mucho daño en su búsqueda de acumular dinero. 

El responsable de una empresa puede proponerse hacer dinero a cualquier precio. De aprender a poner límites a sus ambiciones dinerarias. Debe tener códigos que lo hagan sensible, solidario y más útil socialmente. No se puede emprender cualquier actividad empresarial bajo el principio que sostiene que los negocios son negocios. No debe aceptar sin reparo que en las actividades comerciales todo vale y todo está permitido cuando está de por medio el dinero.
No hay duda de que la búsqueda de beneficios hace a la existencia misma de las empresas y al objetivo buscado por todo empresario al emprender una actividad económica. Hacer fortuna es la razón que estimula a los emprendedores para que se esfuercen, trabajen, inviertan y estén dispuestos a arriesgar sus patrimonios. Sin embargo, que la búsqueda de riqueza y dinero sean el motor que impulse a emprender una actividad comercial no puede justificar conductas negativas para la convivencia social.
Detrás del concepto negocios son negocios no se puede contaminar o dañar el medio ambiente perjudicando a las futuras generaciones del disfrute de nuestro planeta. No se puede destruir a mansalva los recursos no renovables y menos aún se puede explotar a niños o maltratar a los animales hasta acabar con las especies. Tampoco se puede aceptar la producción y la distribución de drogas justificando que es un excelente negocio. Ninguna actividad económica, aunque pueda arrojar grandes beneficios dinerarios, puede ser aceptada o justificada cuando atenta contra la vida, la justicia, la igualdad o la solidaridad social. Tampoco cuando daña al planeta, a su medio ambiente y a las personas.
Todos los empresarios deben tener una profunda responsabilidad social para apalancar una sociedad mejor. Deben aprender a distinguir lo correcto de lo incorrecto no actuando solamente detrás del afán de lograr mayores ingresos de dinero. Es esencial que con sus conductas ayuden a construir una sociedad más justa y sustentable evitando tener comportamientos que convaliden la creencia social que el dinero es todo y sin dinero nada es posible.

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