El cementerio de fracasos económicos está plagado de víctimas de la ignorancia que impulsados por el entusiasmo emprendieron una actividad económica sin conocer como era el negocio que emprendían.

Los empresarios con larga experiencia suelen recomendar a los nóveles emprendedores a que antes de iniciar una actividad comercial hagan el esfuerzo de conocer el negocio que quieren llevar adelante. Consideran que no tener el conocimiento adecuado sobre cómo debe funcionar operativamente un proceso productivo y cuáles son los factores externos que inciden sobre el crecimiento del negocio lleva inexorablemente a cometer errores que conducen al fracaso del proyecto. La ignorancia y el conocimiento parcial sobre todos los factores que son necesarios para que un negocio funcione y logre sus objetivos son la principal causa por la que el 85% de los emprendimientos cierran sus puertas antes del segundo año.
Guiarse solamente por los deseos de emprender a partir de una idea de negocio es un grave error si no se tienen conocimientos certeros sobre cómo debe funcionar operativamente el emprendimiento. Es verdad que en algunas ocasiones el desconocimiento suele empujar a tomar decisiones exitosas que no se tomarían si se conocieran los riesgos que se pueden presentar. Sin embargo, aunque a veces la ignorancia impulse a tomar desafíos que pueden ser coronados por el éxito, la experiencia muestra que el desconocimiento lleva a cometer errores que no permiten alcanzar los objetivos deseados. El cementerio de los fracasos económicos está plagado de víctimas de la ignorancia que improvisadamente o impulsados solamente por el entusiasmo emprendieron una actividad económica sin conocer previamente cómo era y funcionaba el emprendimiento que iniciaron.
La ignorancia o sentir que se tiene la cintura para llevar adelante cualquier desafío empresarial suele conducir a la ruina de muchos emprendedores. Tener una información parcial o insuficiente no sirve para lograr objetivos y evitar errores. Para garantizar una buena gestión es necesario empaparse con toda la información vinculada al negocio que habrá de iniciar. No puede pecar de soberbia creyendo que un título académico o el entusiasmo son suficientes como para alcanzar el éxito. No analizar, investigar e informarse sobre las características integrales del negocio es un error que a un emprendedor puede costarle muy caro en lo emocional y en lo material. Para llevar adelante una actividad económica se necesita tener una información certera sobre la matriz productiva de la empresa y sobre su contexto macroeconómico en donde desarrollarán las actividades. Tener esa información permitirá ser más eficiente, meticuloso y alcanzar mayores niveles de rendimiento.

Conocer la matriz productiva de la empresa y el contexto exterior donde se desarrollarán las actividades permite descubrir las debilidades y fortalezas de un emprendimiento.

Tener un conocimiento cabal sobre el negocio a emprender permite saber cuáles son las falencias a corregir y las oportunidades económicas que se pueden presentar. Sin ese conocimiento específico es difícil desarrollar eficazmente una empresa porque la ignorancia es un velo oscuro que oculta la realidad impidiendo ver tanto las contingencias como los logros que se pueden obtener.
El conocimiento certero del negocio requiere que se analicen objetiva y fácticamente todos los factores que se conjugan para que un emprendimiento funcione. Con ese fin es esencial prever cómo será la organización interna de la empresa, su sistema de producción, los insumos que se necesitan, la tecnología, el equipamiento técnico, el financiamiento, los recursos humanos, los potenciales clientes, la red de distribución y las acciones de marketing que serán necesarias para promocionar los bienes que se produzcan. Este saber fáctico y objetivo es esencial para disminuir riesgos, evitar errores operativos y proyectar las ganancias.
Conocer el negocio también implica interiorizarse sobre el contexto externo en donde se realizará su actividad comercial. Un emprendedor no puede limitar su conocimiento e información a la dinámica interna de la empresa que gestiona. También debe tener presente el contexto macroeconómico para conocer las empresas con las que debe competir, la conducta de los consumidores, los proveedores nacionales e internacionales y el marco jurídico al que deberá ajustarse el negocio. Asimismo debe conocer el funcionamiento del mercado, la conformación de demanda, el sistema de precios, las políticas económicas gubernamentales, la amplitud del comercio exterior, el régimen impositivo, el sistema de paritarias laborales y el ordenamiento jurídico, entre otras múltiples variables.

Un emprendedor jamás debe proyectar ni gestionar un negocio como si estuviera dentro de un tupper.

No se puede llevar adelante una actividad económica sin mirar lo que sucede afuera de las fronteras de la empresa. La mirada del gestor de empresa debe ser amplia porque el contexto externo incluye muchos factores que pueden influir sobre su actividad, sea para apuntalar su crecimiento o para constituirse en un obstáculo que lo haga fracasar. Por lo tanto, antes de emprender es importante tener una visión holística del contexto exterior para examinar todos los factores económicos, políticos, gremiales, jurídicos y culturales que objetivamente repercutirán sobre el desarrollo del negocio.
Al analizar el contexto externo hay que poner especial atención al régimen jurídico, comercial, civil, laboral, penal y tributario que regula sus actividades económicas. Conocer el derecho positivo vigente es fundamental para conocer a priori cuáles son las obligaciones, beneficios y límites legales de la empresa. No tener en cuenta el régimen jurídico o no conocerlo de manera adecuada se convertirá en el aquelarre del emprendedor. Ignorar lo que establecen las leyes y cuáles son los impuestos que tiene que pagar hará que -en vez de estar abocado a producir- deba pasarse todo el día litigando en tribunales, rogando que le otorguen habilitaciones o implorando al contador para que los impuestos no acaben con su empresa.
Al momento de evaluar el contexto externo también es relevante poner atención al ánimo social. Es muy difícil mantener o aumentar la rentabilidad de una empresa si el entorno social está preocupado, angustiado o desesperanzado sobre el futuro económico del país o el mundo. El ánimo social es un fuerte condicionante para el desarrollo de un negocio porque incide sobre la actitud cotidiana y el comportamiento de la gente.

Cuando el ánimo social está por el piso es muy difícil generar expectativas positivas mientras que cuando está exultante la actividad económica se expande y brilla.

El ánimo social puede conocerse por los informes de agencias especializadas, pero esencialmente se puede conocer a través de las redes sociales, internet, streaming, la televisión, los periódicos y los formadores de opinión. Si esos medios difunden desconfianza, pesimismo, desesperanza o promueven una información negativa sobre el sistema económico el ánimo de la gente decaerá. A la inversa si difunden optimismo y buenos pronósticos sobre la actividad económica, eso repercutirá positivamente sobre la economía aumentando el consumo y el crecimiento de las empresas.
Conclusión. Es evidente que la concreción y éxito de un emprendimiento económico es mucho más que tener un sueño, una idea creativa, deseos de fortuna o querer ser artífice del destino. Para que un emprendimiento se materialice de manera positiva es fundamental tener un conocimiento veraz sobre el contexto interno y externo de la actividad emprendida. Mientras más conozca sobre el funcionamiento operativo de la empresa y su entorno externo mayor cantidad de herramientas se tendrán para lograr los objetivos proyectados. Por eso es fundamental que antes de lanzarse a una actividad el emprendedor se tome un tiempo para analizar todas las variables que pueden llevar al éxito o al fracaso. No puede pecar de soberbia ni de ingenuidad considerando que su impulso creativo es suficiente para alcanzar el éxito.